TINTA ROJA

dos hermanos a impulsos de la sangre

martes, 30 de octubre de 2007

amar y trabajar, nota.

AMAR y TRABAJAR - Ariel R. Sangronis

Amar y trabajar, decía Freud, como un axioma ante la pregunta sobre qué había que hacer en esta vida. Amar y trabajar como metáfora.
Un viejo profesor nos decía que en el marco de realidad en el que vivimos, es decir, la cultura, que estabiliza y ordena el caos subjetivo, solamente nos salvaguardan los vínculos y las estructuras sociales de sostén. Los otros y la cultura, las significaciones sociales.
Parece una obviedad. Lo obvio es lo evidente, lo manifiesto, elemental.
Amar no es solamente una relación amorosa o de veneración. Es toda gama de afectos posibles. Con otros, por otros, para otros, a pesar de otros. Relaciones sociales por las cuales afectamos y somos afectados. Somos cuerpo, subjetividad, palabras, significantes que se entretejen en el encuentro con los otros. Si no, nos caemos. Nos caemos de esa construcción cultural que llamamos sociedad.
Trabajar es parte del amar. El trabajo ordena la secuencia de lo cotidiano. Interviene en la producción de la economía, la del bolsillo y la psíquica, incorporando al sujeto a la realidad y a su comunidad. Ya fue dicho: el trabajo dignifica.
Claro, para el que lo tiene.
Después de la catástrofe neoliberal algo arrolló y desequilibró lo que creíamos sólido. Llegó para quedarse. Sintetizando y mucho: la globalización y sus consecuencias.
No es nada nueva esta pregunta pero cómo es amar y trabajar en un orden o desorden bastante asesino que manda a la mayor parte de la población a enfrentarse con aspectos que deterioran la calidad de vida: la miseria y el hambre, la desocupación, que ya parece una marca de identidad, la falta de proyectos de vida, la indigna (in)asistencia de los planes sociales, la desesperación, tristeza, soledad, vivencias subjetivas de crisis y angustia, la violencia como condición cotidiana, pibes de y en la calle a la deriva, estrés, como el primer factor de riesgo que gravita sobre otros, miedos injustificados, para una mirada externa, junto a otras expresiones que dan cuenta de una ruptura de los lazos sociales.
En un mundo globalizado, conectado a redes virtuales y sociales, donde el mercado es rey y nosotros consumidores, más que ciudadanos, dónde quedan los que sobran?. Están expulsados?. No excluidos, expulsados?. ¿Expulsados del amor y el trabajo?
Creo que no todo esta perdido. Frente a tanta deshumanización miles de personas no han optado por la inacción. Luego de asimilar los mazazos del capital, nuevas adaptaciones activas se van produciendo. Lentas, muy lentas, pero parece que vienen. Hombres y mujeres no nos resignamos e intentamos “crear y recrear, transformar la situación, participar activamente en el proceso .Eso es resistir” (M. Foucault).
Como Operador en Psicología Social me pregunto si seremos capaces de ser los protagonistas de procesos de cambio, transformando nuevas realidades, inventando espacios cotidianos donde pueda configurarse un “nosotros”, algo colectivo, frente a tanto mal-estar?
Amar y trabajar. Lo obvio: lo que se encuentra o pone delante de los ojos.
¿Lo podemos ver?





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